breve storia del cinema d'animazione giapponese

Discussioni su gli autori e anime/cartoni non-Ghibli

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Rosario
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breve storia del cinema d'animazione giapponese

Messaggio da Rosario »

Carissimi,

la mailing list Nausicaa.net segnalava qualche giorno fa una retrospettiva di dieci giorni sull'animazione giapponese presso il Museo delle Belle Arti di Bilbao in Spagna.

Vi allego (in lingua spagnola) l'interessante articolo scritto dal critico Yasushi Watanabe (sicuramente il nostro Maru lo conoscerà) tratto dal programma ufficiale della retrospettiva.

Tra i film presentati, oltre ai film Studio Ghibli, lavori della Toei, Tezuka, Otomo, Satoshi e opere degli anni 20 e 40, figura 'Roujin Z' (1991, regia di Hiroyuki Kitakubo e sceneggiatura di Katsuhiro Otomo).

Questo titolo per la trama mi ha incurosito.

Roujin Z.
(Roujin Z. Japón. 1991)
D.: Hiroyuki Kitakubo; G.: Katsuhiro Otomo; F.: Hideo Okazaki; S.: Yasunori Honda; M.: Bun Itakura; P.: Kazufumi Nobura, Yasuku Kazama, MOVIC, Sony, Tokyo Theater; 80 min. 35 mm
El anciano señor Takazawa ha sido reclutado (sin saberlo) por el
Ministerio de Sanidad para tomar parte en un experimento que
revolucionará la atención a los ancianos. No más residencias, no más enfermeras en casa... El Z-001 se encargará de todo. El prototipo, una cama mecánica equipada con la última supercomputadora del gobierno, está conectado directamente al cerebro del señor Takazawa y diseñado para proporcionar cualquier cosa que necesite. Todo el mundo parece pensar que es una gran idea, excepto Haruko, la joven enfermera que atendía al anciano. Sus temores resultan ser acertados cuando el Z-001
asume la personalidad de la difunta esposa de Takazawa y huye fuera de control. La cama resulta ser un experimento con fines militares, y queda en manos de Haruko el salvar al señor Takazawa antes de que la empresa que construyó el Z-001 lo destruya con la versión militar!!

Lo conoscete ? E' mai uscito in Italia in home video ?

Vi confesso che invidio un pò l'incontro di diversi iscritti al forum in occasione della proiezione veneziana di Howl...avrei voluto esserci ma...

Un saluto cordiale a tutti

Rosario

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Yasushi Watanabe
(Osaka, 1934)

Historiador de cine de animación. Ha desarrollado su carrera en el periódico Mainichi. En la actualidad de clases de Historia del cine de animación en la Universidad Internacional de Osaka y en la Universidad Shinwa de Kobe. Miembro de la Asociación Japonesa para Estudios de la Animación. Miembro del Jurado del Premio Ofuji y del Premio de Cine de Animación concedido por Mainichi.
Autor de la monumental “Historia de la animación japonesa”
(Nippon animeeshon eiga shi).

YASUSHI WATANABE
Historia del cine de animación japonés

Es para mí una gran alegría que tenga lugar un ciclo de animación japonesa en España, país que ha dado al mundo genios del dibujo como Pablo Picasso o Salvador Dalí.
La relación de España con el cine de animación no es precisamente nueva. El castillo que aparece en el primer largometraje de animación en color del mundo, Blancanieves y los siete enanitos (Snow white and the seven dwarfs, 1937), se inspiró en el Alcázar de Segovia español. Del mismo modo, el corto de animación producido por Disney Ferdinand the bull (1938), con guión de Munro Leaf y dibujos de Robert Lawson y que recibió el Oscar de Hollywood, centraba su historia en el popular espectáculo español del toreo.
También, aunque esto no es muy conocido, el gran pintor Salvador Dalí produjo en el Hollywood de 1946 un corto de animación titulado Destino. A lo largo de ocho meses, Dalí pintó un total de 22 óleos que le sirvieron para la realización de este corto basado en una canción de amor mejicana, que no consiguió terminar y del que sólo llegaron a completarse 18 segundos de película. Con ocasión del centenario de Dalí, en este 2004 se han llevado a cabo una serie de actos conmemorativos no sólo en España, sino también en otros países. En 2003, la Disney decidió, después de 57 años de haber sido rodado, presentar un corto de animación de 7 minutos dirigido por Dominique Monfery donde se aprovechaba el material de Dalí para Destino. La obra fue seleccionada para la 76 edición de los premios de la
Academia de Hollywood de febrero de 2004, pero finalmente no consiguió el galardón. Será también un español, el aragonés nacido en Teruel Segundo de Chomón (1871-1929), quien, cuando se encontraba trabajando como técnico fotográfico de cine en Barcelona, descubra el sistema llamado “frame by frame” (“one turn one picture”). Chomón dejará su nombre en la Historia del cine de animación con títulos como Choque de trenes (1905) y El hotel eléctrico (1905).
Según he oído, en España se empezó a ver animación japonesa en televisión a partir de mediados de los años setenta con series como Mazinger Z, Heidi o Candy, Candy.
También he oído que la serie Kureyon Shin-chan, que en Japón es muy criticada por su lenguaje soez, tiene gran éxito en Cataluña, donde se emite en catalán. Es curioso que, mientras que en Japón es criticada por contribuir al deterioro del lenguaje, la animación japonesa sirva, en cambio, al gobierno español y a los regionales para promover los
idiomas de las autonomías.
Por otra parte, en el libro “Anime from Akira to Princess Mononoke: Experiencing contemporary Japanese Animation” (Suzan J. Napier, 2000) se pueden leer frases tales como: “el ánime constituye una forma especial de pop culture para la sociedad occidental” o “el ánime japonés es la mayor exportación cultural de Japón”. Según datos de JETRO (Japan External Trade Organization), el mercado de la animación japonesa en EE.UU supuso unas ventas de 4.360
millones de dólares en el año 2002 (en el 2000, gracias al “boom” de Pokemón, habían sido 5.820 millones de dólares).
Comparado con el mercado de los aceros y derivados, que según el períodico “Sankei Shimbun” generó unos 1.380 millones de dólares en el mismo 2002, veremos que la cifra es algo más del triple.
Parece que en esta ocasión van a proyectarse películas de animación japonesa desde los primeros tiempos (1924) hasta la premiada en Berlín y Hollywood El viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no kamikakushi). El cine de animación japonés goza ahora de gran prestigio en Occidente, pero en cambio su historia es apenas conocida, por lo que intentaré describirla brevemente.
El cinematógrafo de los hermanos Lumiére llegó a Japón en 1896, y su popularidad creció con rapidez por todo el país.
En 1906 aparece la primera película de animación (realizada por el procedimiento “frame by frame”), Humorous phases of funny face, del americano James Stuart Blackton (1875-1941). Igualmente, en 1908 aparece en Francia Fantasmagorie, del dibujante Emile Cohl (1857-1938) y producida por Gaumont Co. Este tipo de películas de animación producidas en EE.UU., Francia o Inglaterra empiezan a llegar a los cines japoneses hacia 1910. Sólo entre 1914 y 1917, se exhibieron unas 93 películas de animación extranjeras, siendo las americanas las de mayor popularidad. Ante tal fenómeno, los productores japoneses comenzaron a acariciar proyectos de cine de animación nacional. La compañía Tennenshoku Katsudo Shashin (abreviada Tenkatsu) es quien reacciona primero, encargando en 1916 al popular dibujante de “manga” Oten Shimokawa (1892-1973) un film de semejantes características. En aquella época no existía documentación en Japón sobre las técnicas de animación, por lo que la tarea de Shimokawa no debió ser nada fácil. No obstante, tras muchos esfuerzos, consiguió realizar el primer film de la animación japonesa, Imokawa Mukuzo, Genkanban no maki (Mukuzo Imokawa y el guardián de la entrada) estrenado en enero de 1917. Por su parte, el pintor de estilo occidental Seitaro Kitayama (1888-1945), interesado por las películas extranjeras de animación que veía, presenta un proyecto de realización propia a la compañía Nippon Katsudo Shashin (abreviada Nikkatsu), que ésta acepta encargarle. Kitayama tampoco era un experto en la animación, pero, a fuerza de repetir fracasos, consiguió terminar Saru Kani gassen (La batalla del mono y el cangrejo), basada en un cuento popular japonés, que se estrenó en mayo de 1917. Pero si Shimokawa y Kitayama comenzaron la realización de sus películas en 1916, también en fechas similares lo hará el dibujante de “manga” de corte político Sumikazu Kouchi (1886-1970), por encargo ahora de la compañía Kobayashi Shokai, estrenando en junio de 1917 Hanawa Hekonai, Shinto no maki (Hekonai Hanawa y su nueva espada), con el personaje de un samurai como protagonista (1). Podemos decir que la Historia del cine de animación japonés comienza en 1917 gracias a los trabajos de estos tres pioneros, pero desgraciadamente no se conserva copia de ninguna de estas películas y no es posible juzgarlas, si bien la de Kouchi fue la más elogiada de ellas por las críticas de la época.
Shimokawa llegó a realizar cinco películas de animación, pero debido a la sobreexposición al reflejo luminoso que conllevaba el proceso, sus ojos experimentaban un gran cansancio, por lo que decidió abandonar este trabajo y volver a dibujar “manga”. Kouchi también se apartó del cine de animación tras realizar cuatro películas, pero luego volvería temporalmente a su realización debido a que personalidades de la esfera política le encargaron cortos de propaganda. Por contra, Kitayama, que además tenía talento como empresario, se dedicó plenamente a la realización de películas de animación. Comenzó empleando como ayudantes a jóvenes aspirantes a pintores, a los que enseñaba las técnicas del dibujo animado. Kitayama, que sólo en 1917 llega a realizar hasta diez películas de animación, presenta ese mismo año Momotaro (Taro Melocotón), basada en un popular personaje infantil, que consigue exportar a Francia, convirtiéndose en el primer “Japanimation” a ojos occidentales. Kitayama se independizará en 1921 y crea sus propios estudios de cine, pero el gran terremoto de Kanto de 1923 destruirá sus instalaciones de Tokyo, por lo que decide mudarse a Osaka.
Allí se aparta de los dibujos animados para dedicarse a rodar documentales informativos para una empresa de noticias local. No obstante, la gran importancia de la labor de Kitayama residirá en haber enseñado las técnicas de la animación a una serie de jóvenes que prorrogarán el trabajo que él empezó.
Uno de estos jóvenes que aprendieron la técnica como ayudantes de Kitayama fue Sanae Yamamoto (1898-1981), en realidad llamado Zenjiro Yamamoto. Yamamoto era un aspirante a pintor que acudió a trabajar a los estudios de Kitayama, donde quedó fascinado por el mundo del dibujo animado. Al marcharse Kitayama de Tokyo, Yamamoto decide independizarse y formar sus propios estudios de animación.
En 1925 realiza Ubasute yama (La montaña donde se abandona a los viejos), que tiene como tema el respeto y cuidado de los ancianos. Yamamoto consigue el patrocinio de la Secretaría de Educación para una serie de películas de animación de corte educativo, y entre sus obras más representativas se encuentran Usagi to Kame (El conejo y la tortuga, 1924) y Nippon ichi no Momotaro (Taro Melocotón, el número 1 de Japón, 1928).
También de esta época es Shiobara Tasuke (Tasuke Shiobara, 1925), dirigida por Hakuzan Kimura. Kimura trabajaba pintando murales de anuncio para las salas cinematográficas, pero cambia su profesión para dedicarse a los dibujos animados, destacando pronto por sus historias de samurais. Por cierto que en 1932 (2) rueda la primera película erótica de la animación japonesa, Suzumi-Bune (El paseo nocturno en barco), que le cuesta ser detenido por la policía, que además secuestra la copia. Kimura, individuo misterioso del que se desconocen también las fechas de nacimiento y muerte, se retirará tras este incidente. Existen rumores de que una copia fue vendida ilegalmente al extranjero, pero en cualquier caso Suzumi-Bune se convirtió en una película fantasma, imposible de ver. Al parecer se trataba de una traslación a la pantalla del mundo erótico de los artistas del “ukiyo-e” del Período Edo (3).
Otro discípulo de los pioneros (en este caso de Sumikazu Kouchi) fue Noburo Ofuji (1900-1961), que empezó la producción de dibujos animados gracias a la ayuda económica de su hermana mayor, Yae, siendo su primera película Baguda-jo no tozoku (El ladrón del castillo de Baguda, 1926). Como material de trabajo utilizaba el tradicional papel Chiyo, popular desde el Período Edo, pero desgraciadamente sus hermosos colores no pudieron ser
recogidos por la fotografía en blanco y negro. Ofuchi también realizó varias películas de animación con siluetas, como fue el caso de Kujira (La ballena, 1927), cuyas imágenes hizo acompañar con la música de la ópera “Guillermo Tell” de Rossini. Ofuchi dedicó mucho tiempo a estudiar la posibilidad del cine sonorizado y en color, y, gracias a la ayuda de su hermana, consiguió realizar casi todas sus películas prácticamente solo.
En 1923, año del gran terremoto de Kanto, Yasuji Murata (1896-1966) ingresa en la recién formada Yokohama Cinema Shokai, en principio dedicada a la importación de películas extranjeras. Murata comienza a trabajar aquí pintando esporádicamente murales de películas para los cines, pero el presidente de la compañía le contrata como empleado fijo al ver su talento para el dibujo. Murata también escribía los rótulos para las películas extranjeras de la compañía, pero, impresionado por las películas de animación de John Randolph Bray (1879-1978) que aquella importaba, propone a su presidente la producción propia de cintas similares.
Autodidacta de la materia, Murata escoge una popular historia infantil para su primera realización, Saru Kani gassen (La batalla del mono y el cangrejo, 1927). Desde entonces hasta que deja la compañía en 1937, Murata rueda cerca de 30 películas de dibujos animados, la mayoría de corte educativo.
Normalmente el trabajo de animación era muy pesado y laborioso, teniendo que mover la manivela de la cámara a cada toma. La Yokohama Cinema Shokai se adelantó a sus competidores al comprar una nueva cámara de motor automático, que permitía acelerar el trabajo. La primera película rodada con esta cámara será Kaeru wa kaeru (Una
rana es una rana, 1929), encargada nuevamente a Yasuji Murata. Para el cine de animación, el celuloide es un material indispensable, pero en Japón no se fabricaba. El celuloide comenzó a distribuirse con profusión en EE.UU. a finales de 1914 con los trabajos de Earl Hurd, quien además lo patentó. Como producto de importación, en Japón el celuloide era muy caro, por lo que en su lugar se empleaba una especie de cartulina sobre la que se dibujaban los personajes, que luego se recortaban y fotografiaban (sistema llamado “cut out”). Murata era un maestro del “cut out” y su técnica no tenía nada que envidiar a sus competidores de celuloide. Como título más representativo de animación por “cut out” destaca su Tsuki no miya no Ojo sama (La reina del Castillo de la Luna, 1934).
El primero en utilizar en Japón tan preciado celuloide para el cine de animación fue Kenzo Masaoka (1898-1988), nacido en una familia adinerada de Osaka. Tras estudiar dibujo en una Escuela de Artes, inicialmente entra en el mundo del cine como actor, abandonando poco después en favor de la realización de dibujos animados. Su primera película fue Nansensu monogatari Sarugashima (La absurda historia de la isla de los monos, 1930), acerca de un muchacho criado por un mono. Masaoka realizó también la primera película de animación sonora, Chikara to onna no yo no naka (Las mujeres y la fuerza mueven el mundo, 1932), donde utiliza parcialmente el todavía caro celuloide. Masaoka no escatimó gastos para aumentar la calidad de sus películas, y así a partir de Chagama ondo (El ritmo de la tetera, 1934) empleará el celuloide para el total del metraje. Otro de sus títulos, Mori no yosei (El hada del bosque, 1935), recibió elogios de sus colegas en el mundo de la animación y fue comparado al Silly Symphony de Walt Disney. Mientras que la mayoría de los cineastas contemporáneos se dedicaban a hacer películas de propaganda bélica para el Ejército, Masaoka realizará durante la guerra una obra de gran poesía que hará olvidar las
penurias de la época y que quedará para la posteridad del género, Kumo to churippu (El tulipán y la araña, 1944). De sus cintas de postguerra, la más representativa será Sute neko Tora-chan (Tora, el gato abandonado, 1947), sobre una gata que decide criar a un gatito que ha sido abandonado. Masaoka, por haber sido el primero en introducir el celuloide
en los dibujos animados y el primero también en realizar una película sonora de esta modalidad, ha sido llamado “el padre de la animación japonesa” y respetado como tal.
En 1933 Mitsuyo Seo (nacido en 1911 como Tokuichi Seo) es contratado por los estudios de Kenzo Masaoka. Seo era un gran dibujante que destacó pronto por la gran rapidez con que realizaba su trabajo, que fue decisivo en la anteriormente citada Chikara to onna no yo no naka. Seo, que aprendió la técnica de sonorización de Masaoka, pronto se independizó. Su primera película fue Osaru Sankichi. Bokusen (Sankichi el mono. Defensa antiaérea, 1933), que recibió muy buenas críticas. El 8 de diciembre de 1941 Japón ataca la base norteamericana de Pearl Harbour, comenzando su participación en la II Guerra Mundial. Entonces, la Marina japonesa encarga a Seo una película de propaganda que realce los éxitos militares del Japón de cara a los más jóvenes. Así, con un equipo de cinco personas, Seo realiza la película de dibujos animados Momotaro no umiwashi (Las águilas marínas de Taro melocotón, 1942), de 37 minutos de duración, que, a pesar de su descarado carácter propagandístico, tuvo gran éxito entre el público infantil. Protagoniza el popular personaje de los cuentos infantiles Momotaro, que aquí es el capitán de un portaaviones, mientras que perros, monos y perdices serán los pilotos de aviación.
La flota enemiga viene dirigida por un personaje de gran parecido con el Bruto de los dibujos americanos de Popeye, que aquí corre ridículamente de un lado para otro huyendo de los ataques japoneses.
Seo entra a formar parte de la Shochiku Doga Kenkyusho (4), donde también se encontraba Kenzo Masaoka, y allí vuelve a recibir un encargo de la Marina. En enero de 1942, el Cuerpo de paracaidistas de la Marina había descendido sobre la isla de Sulawesi (en Indonesia), conquistando la base americana, así que se decidió airear también este primer éxito del Cuerpo ante los niños japoneses con otra película de dibujos.
De esta manera se gesta la realización de Momotaro, umi no shimpei (Taro Melocotón, el guerrero divino de los mares, 1943), con un equipo de 70 personas (el mayor hasta entonces en la Historia de la animación) y un tiempo total de elaboración de 14 meses. Finalmente se consiguió toda una superproducción de 74 minutos de duración, aunque el
equipo se había reducido a 25 personas por haber sido llamado a filas parte del personal masculino y a las fábricas de armamento el femenino. Terminada la guerra, Seo realizó en 1947 Oosama no shippo (La cola del rey), vagamente inspirada en el famoso cuento de Andersen “Los vestidos nuevos del emperador”, pero la película no se estrenó.
Después de ello, Seo deja el cine y se dedica a dibujar para las revistas de niños, o a diseñar personajes para adornar la ropa infantil. En 1933 se estrena Ugoku-e Kori no tatehiki (El duelo del zorro y el tejón en dibujos animados), que en el estilo del cine de “gags” americano de animación, contaba una historia protagonizada por unos tejones que viven en un templo budista. Un zorro que ha adoptado la forma de samurai llega al templo, sucediéndose un duelo de transformaciones entre tejones y zorro que termina con la derrota de éste; también incluye un “gag” con el zorro-samurai disparando una ametralladora.
El director fue Ikuo Oishi (1901-1944), quien, tras filmar un anuncio en dibujos animados para una fábrica de chocolates decidió dedicarse a la realización de cine de animación. Su obra más representativa fue Futatsu no Taiyo (Los dos soles, 1929), pero con el estallido de la guerra se dedica a realizar películas de instrucción para la Marina.
Durante uno de estos cometidos, el barco en el que volvía de rodar unas tomas en el extranjero es hundido por un submarino norteamericano, falleciendo así uno de los talentos de la animación japonesa.
En 1940 se estrena una adaptación en dibujos animados de la famosa ópera de Puccini “Madame Butterfly”, O-Cho fujin no genso (Fantasía sobre la Dama Mariposa), realizada por el sistema de animación con siluetas y firmada por Kazugoro Arai (1907-1995) y su amigo Tobiishi Nakaya. Arai, que al igual que Tobiishi en realidad ejercía como dentista, decidió dedicarse a la animación por sombras tras quedar fuertemente impresionado por la visión de la alemana Prinzen Achmed (1926) de Lotte Reiniger (1899-1981). En los ratos libres que les dejaba la profesión de dentista, ambos se dedicaron a estudiar el mundo de la animación, llegando a convertirse en profesionales. En 1942 Tobiishi murió como consecuencia de la guerra, pero Arai continuó su trabajo en solitario. De sus obras más representativas destacan Ogon no tsuribari (El anzuelo de oro, 1939), Jack to mame no ki (Jack y la mata de habichuelas, 1941) y Kaguya hime (La princesa resplandeciente / La princesa de la Luna, 1942).
Con la derrota de Japón en agosto de 1945, termina la II Guerra Mundial y comienza el período de paz para el país, constituyéndose en octubre del mismo año la Shin Nihon Dogasha, dedicada a la producción de películas de dibujos animados y con Sanae Yamamoto y Kenzo Masaoka como figuras principales. Centrada en Tokyo, llegó a reunir hasta 100 personas para dedicarse al mundo de la animación, pero la falta de trabajo obligó a disolver la recién nacida compañía. En 1947, contando entonces con la colaboración de Yasuji Murata, se forma en su lugar la Nihon Manga Eigasha, donde Masaoka concluye Sakura (El cerezo), obra que describe las bellezas de Kyoto a lo largo de las cuatro estaciones pero que, sin embargo, no llega a estrenarse.
Tras ello, en 1948 Yamamoto y Masaoka deciden independizarse de Nihon Manga Eigasha para formar la Nihon Doga Company. En lo que respecta al cine de animación en la postguerra, en septiembre de 1950, con gran retraso, se estrena en Japón la película de Disney Blancanieves y los siete enanitos (Snow White and the seven dwarfs, 1937), que, según se dice, el famoso director de animación Osamu Tezuka vió unas 50 veces. En 1952 Noburo Ofuji rueda un “remake” de su exitosa de su película de 1927 Kujira (La ballena). A la idea primitiva de animación por sombras,
Ofuji añade la inspiración de las vidrieras occidentales para utilizar de forma brillante el celofán coloreado. En el Festival de Cannes de 1953 compitió en la sección de cortos, pero finalmente el Gran Premio se lo llevó Crin blanc (Albert Lamourisse, 1953), quedando Kujira la segunda. Se dice que Picasso vió entonces este trabajo de Ofuji, por el que quedó fuertemente impresionado. Poco después, la película de animación por siluetas Yurei-sen (El
barco fantasma, 1956) consigue un premio especial en Venecia, con lo que el nombre de Ofuchi pasa a ser reconocido en el extranjero.
En enero de 1950, el dibujante Ryuichi Yokoyama (1909-2002), famoso por el “manga” “Fuku-chan”, decide dedicarse al mundo de la animación tras haber visto el film de Disney The skeleton dance (1929), que se había estrenado en Japón en 1930. Para ello, compra una cámara de 16 mm y convierte su casa en estudio de cine, que llamará Otogi Productions, comenzando el trabajo en marzo del mismo año con un equipo de seis personas. Su primera
película será el mediometraje Onbu o-bake (El duende a hombros), de la que hará una proyección en sala privada en diciembre de 1955, con asistencia de varias personalidades de la esfera cultural, entre ellas Yukio Mishima. Su segunda película será Fukusuke (El pobre Fukusuke), estrenada en salas comerciales en octubre de 1957. Al año siguiente utilizará el amplio terreno del jardín de su casa para construir unos estudios mayores, aumentando su equipo a 23 personas. Tras ello realiza su tercera película, Hyotan Suzume (La calabaza y el gorrión, 1959), que cuenta la lucha contra unas ranas malvadas que han quebrado la paz de una aldea de pacíficas congéneres. A continuación estrena Otogi no sekai ryoko (Viaje alrededor del mundo, 1962), compuesta por cinco “sketches” de dibujos, el tercero de los cuales, Tatsumaki ni sukareta akai shatsu (La camisa roja que se llevó el ciclón), tiene el interés de adicional de remitirse al estilo de los “ukiyo-e”.
Otogi Productions era una empresa particular del proprio Ryuichi Yokoyama, que necesitó considerables préstamos de dinero para poder realizar largometrajes, y que no consiguió recuperar la inversión realizada, terminando en bancarrota en 1972. El sueño de Yokoyama de crear sus propios películas de animación termina así tras una labor de 17 años, pero dejó para la posteridad cinco obras de gran originalidad además de contribuir a la formación de nuevos técnicos del género. Uno de ellos, Shinichi Suzuki, llegó a realizar por su cuenta un cortometraje de ciencia-ficción titulado Purasu 50.000 nen (50.000 años después, 1961), que recibió buenas críticas en Francia con motivo de su proyección en el Festival Internacional de Cortometrajes.
En Japón existe desde hace tiempo el tradicional teatro de muñecos llamado “Bunraku” (5), que todavía se representa de vez en cuando. En el cine de animación existe también la variante de películas de marionetas, cuyo más famoso exponente está en la cinematografía checa. En Japón, la historia de las películas de marionetas comienza gracias a
Tadahito Mochinaga (1919-1999), que también enseñó la técnica del cine de animación a los cineastas chinos.
Mochinaga, discípulo de Mitsuyo Seo, había sido encargado de realizar películas en China durante la guerra, permaneciendo allí hasta 1955. Al regresar a Japón forma la Ningyo Eiga Seisakusha, dedicada al cine de marionetas y que ofrece nueve títulos, de los cuales destacan Uriko Hime to amanojaku (La princesa Uriko y el diablo rabioso, 1956) y Chibikuro Sambo no tora taiji (El negrito Sambo vence al tigre, 1956). Por cierto que este último consiguió el Gran Premio a la mejor película infantil en el Festival de Cine de Vancouver.
Como discípulos más aventajados de Tadahito Mochinaga en el cine de marionetas pueden citarse a Kihachiro Kawamoto (1924) y Tadanari Okamoto (1932-1990). Kawamoto, tras una etapa trabajando con Mochinaga, viaja a Checoslovaquia en 1963 para conocer a su admirado Jirí Trnka (1912-1969), gracias al cual perfecciona la técnica de animación de marionetas. De vuelta a Japón realizará con producción propia títulos de esta modalidad como Hanaori
(La flor arrancada, 1968), Oni (El demonio, 1972), Dojoji (El templo de Dojo, 1976) y Kataku (1979), en su mayor parte basados en piezas tradicionales del teatro Noh o el Kyogen.
Kawamoto consiguió varios premios en festivales internacionales, dando así su nombre a conocer en el extranjero. Tadanari Okamoto, que aprendió también la técnica de Mochinaga, se independizará para formar la Eko sha, dedicada al público infantil. Sus trabajos más representativos fueron Fushigi na kusuri (Un medicamento extraño, 1965), Home my home (1970), Chiko tan (1971) y Okon joruri (1982).
En agosto de 1958 nacerá la mayor productora de cine de animación del Japón. Hiroshi Okawa, presidente de la productora de cine Toei, se fija en sus viajes al extranjero en el cine de dibujos animados norteamericano, y decide poner los medios necesarios para el crecimiento en calidad del género en Japón hasta hacerlo exportable y competitivo. Hasta entonces, los productores de japoneses de cine de animación contaban con instalaciones muy pobres y equipos reducidos, por lo que no era posible realizar espectaculares largometrajes como los occidentales, ni alcanzarles tampoco en metraje o número de películas. Okawa, tras estudiar la situación del género en Japón, decide comprar la compañía Nichido Eiga de Sanae Yamamoto, pasando éste y sus 23 empleados a formar parte de Toei, que crea la subdivisión Toei Doga Company.
Okawa, al son de su lema favorito “tenemos que convertirnos en la Disney de Oriente”, construyó unos estudios de tres plantas con todas las facilidades modernas, y puso al frente de estos a Yamamoto como máximo responsable. Su primer y espectacular trabajo será Hakujaden (La leyenda de la serpiente blanca, 1958), superproducción de 78 minutos en la que trabajaron nada menos que 109 personas y que se convierte en el primer largometraje en color del cine de animación japonés. Posiblemente el hecho de escoger una popular historia china como tema se debió a la intención de Okawa de realizar un cine atractivo para la exportación.
Gracias al éxito de esta primera producción, Okawa se marcó el objetivo de estrenar un largometraje de animación por año. Uno de los que recibió mayor aceptación de crítica y público fue Wanpaku Oji no orochi taiji (El valeroso príncipe derrota a la serpiente gigante, 1963), dirigida por Yugo Serikawa (1931-2000), que procedía del cine de imagen
real (6), y que consiguió aquí un trabajo ágil y emocionante, que puede calificarse de obra maestra del género. Entre los ayudantes de Serikawa en esta película estaba el luego celebérrimo Isao Takahata, así como Yasuo Otsuka (1931), que era un funcionario dedicado a la lucha anti-drogas que dejó su trabajo para dedicarse a la animación y que aquí se
encargó de la escena en que el príncipe montado en un caballo volador lucha con la serpiente gigante de ocho cabezas (7). Takahata realizaría otra de las obras maestras del cine de animación de Toei Doga, Taiyo no Oji. Horusu no daiboken (Las aventuras de Horus, Príncipe del Sol. Estrenada en España como La princesa encantada, 1968), basada en una mezcla de la saga ainu (8) “Yukara” con leyendas escandinavas y que contaba la lucha del valeroso Príncipe Horus contra el país de los hielos y la nieve, dominado por un ser malvado y su hermana menor Hilda, obligada a su pesar a obedecerle. Hilda, que posee una hermosa voz, es incapaz de resistirse a las órdenes de su hermano e intentará destruir la aldea donde vive Horus. Este tipo de tormento psicológico por la lucha entre el bien y el mal de un personaje, además femenino, no se había visto nunca en el cine de animación, por lo que fue muy comentado. El responsable principal de este retrato psicológico fue Yasuji Mori (1925-1992), mientras que el joven desconocido que se encargó del diseño de los paisajes de la aldea fue nada menos que Hayao Miyazaki (1941), que ganó prestigio entre la profesión gracias a ello. El tema de La princesa encantada era el de unirse para hacer frente a las dificultades, pero esto fue también la historia que rodeó a su filmación. Un equipo voluntarioso y con ganas de trabajar frente a una productora que no paraba de poner pegas ante la contínua escalada del presupuesto y la prolongación del trabajo. De hecho, estuvo a punto de paralizarse la producción de la película, pero gracias al ardor con que Takahata y su equipo defendieron su causa ante los jefes, por fin pudo terminarse. Desgraciadamente, a pesar de las buenas críticas que cosechó, la película, que había costado una auténtica fortuna, sufrió un duro fracaso comercial, del que Takahata fue obligado a hacerse responsable con una bajada de categoría y sueldo más que notable. Ante ello, Takahata y Miyazaki deciden abandonar Toei poco después y buscar la forma de continuar realizando libremente películas de dibujos animados. Otros títulos representativos de Toei Doga fueron Nagagutsu wo haita neko (El gato con botas, 1969, Kimio Yabuki), Dobutsu Takarajima (La isla del tesoro, 1971, Hiroshi Ikeda y Yasuji Mori) y Tatsu no ko, Taro (Taro, el hijo del dragón, 1979, Kirio Urayama) (9) .
Toei Doga (que en 1998 cambiará su nombre por el de Toei Animation Company), se adelantó a sus competidores al empezar en 1993 la digitalización del proceso de animación, que sustituyó a los largos procesos tradicionales y que hoy día es empleada en la casi totalidad del género producido en Japón. Por ello, a Okawa le corresponde no sólo el mérito de haber apostado por la animación japonesa consiguiendo llevarla hasta un nivel que permitiese su exportación a todo el mundo, sino también el de haber producido su digitalización, creando con ambas decisiones las bases para su crecimiento y difusión.
Volvamos un poco la vista atrás para hablar de otra figura decisiva en el cine de esta modalidad, Osamu Tezuka (1928-1989), dibujante que provocó una auténtica revolución en el “manga” infantil de la postguerra. Admirador de Disney, al que remiten sus primeros “manga”, Tezuka era un estudiante de medicina que se vió obligado a trabajar en las fábricas
durante la guerra. En abril de 1945, un día que descansaba de la fábrica, ve la película de Mitsuyo Seo Momotaro, umi no shimpei (Taro Melocotón, el guerrero divino de los mares, 1943) que, según lo que anotó en su diario, le dejó impresionado hasta el punto de prometerse realizar algún día su propia película de dibujos. Con objeto de concretar este sueño, 16 años después, en 1961, formaría su propia compañía, Mushi Production.
Su primera obra, todavía de carácter experimental, es Aru machikado no monogatari (Historia de un rincón de la calle, 1962). Con un trasfondo antimilitarista, los protagonistas son las paredes de una ciudad, testigos de una apasionada historia de amor entre el poster de un violinista y el poster de una pianista, romance que será interrumpido continuamente por los posters de un dictador. Con una duración de 39 minutos y un tono poético, Tezuka coordina el montaje y la dirección, contando en este último apartado con la ayuda de Eiichi Yamamoto (1936), procedente de Otogi Productions, y Yusaku Sakamoto, que venía de Toei Doga.
La siguiente realización de Mushi Production fue una serie de televisión. La televisión comenzó sus emisiones en Japón en 1953, y las primeras muestras de animación que se televisaron procedían de EE.UU., con gran popularidad entre el público infantil. Toei Doga también se planteó la posibilidad de crear series de dibujos para la televisión, pero una entrega por semana suponía un trabajo demasiado pesado para ser rentable, por lo que abandonó la idea. En cambio, Tezuka, al frente de Mushi Production, decidió afrontar el reto que ello suponía, naciendo así la primera serie de la animación japonesa, con entregas semanales de 30 minutos.
El tema elegido fue el personaje de “manga” que el proprio Tezuka había creado para aparecer periódicamente en la revista “Shonen”, el robot Tetsuwan Atom. El laborioso trabajo que suponía hacer cuatro entregas mensuales se llevó a cabo por el sistema de “limited animation”, que empleaba la menor cantidad posible de celuloide. En enero
de 1963 se empieza pues a emitir la serie Tetsuwan Atomu (Astroboy), que se ganó enseguida la aceptación infantil, llegando hasta el 30% de audiencia. Tras ello, Toei Doga decide aprovechar el fenómeno y en noviembre del mismo año emite su Okami shonen Ken (Ken, el niño lobo, Sadao Tsukioka), según una historia original que en cierto modo se acercaba a la de “El libro de la selva” de R. Kipling.(10) Janguru Taitei (El imperio de la jungla, 1966) es otra de las obras más conocidas de Tezuka y su productora para televisión, y la primera del medio que utiliza el color. Sin embargo, en aquella época la televisión en color era un lujo que pocos podían permitirse, por lo que, desgraciadamente, la mayor parte de los niños tuvo que verla en blanco y negro.
Estas películas de Mushi Production para televisión consiguieron venderse a EE.UU, donde Tetsuwan Atomu fue rebautizada como “Astroboy” y Janguru Taitei como “Kimba, the white lion”.
Gracias al éxito de las series de televisión de Mushi Production y Toei Doga, pronto surgió la competencia por parte de otras productoras. Deportes, fantasía, aventuras, series para chicos y para chicas… cualquier género era susceptible de ser adaptado en dibujos animados para la televisión. Y, al igual que “Astroboy”, muchas de estas series se vendieron al extranjero. A primeros de los años 70 comienza el “boom” de las series de robots gigantes gracias a Mazingaa Z (Mazinger Z), basada en los personajes creados por Go Nagai, a la que seguirían varias imitaciones.
Parte de estas series se exportaron, pero, según se dice, algunas de ellas resultaron problemáticas en países como Francia o Filipinas. También hubo series de carácter educativo basadas en la literatura occidental, algunas tan mundialmente famosas como Arupusu no shojo Haiji (Heidi, 1974), Furandasu no inu (El perro de Flandes, 1975) o Haha wo tazunete sanzenri (Marco, de los Apeninos a los Andes, 1976). De éstas, Heidi fue dirigida principalmente por Isao Takahata, mientras que el diseño y paisajes de las escenas corrió a cargo de Hayao Miyazaki. De hecho, llevados por su pasión por el perfeccionismo, incluso viajaron a Suiza para buscar paisajes reales que luego pudieran utilizar. La serie se emitió en Italia en 1976, pero al parecer muchos niños y adultos pensaron que se trataba de una serie italiana y no japonesa. Gracias a la serie Uchu Senkan Yamato (Crucero Espacial Yamato, traducida en Occidente como Star Blazers, 1974), la animación japonesa terminó de ser totalmente reconocida.
En su primera retransmisión no consiguió una repercusión destacada, pero sí en su segundo pase televisivo. Pero todavía más a partir de que se efectuase un remontaje para su exhibición en salas cinematográficas (11), que provocó un auténtico “boom” de los dibujos animados entre los jóvenes, que hicieron cola ante los cines desde la noche anterior al estreno, hecho que fue recogido por todos los periódicos del momento como fenómeno sociológico. El creador de los
personajes de esta serie fue Reiji Matsumoto, y gracias al éxito de “Yamato”, otras de sus obras fueron adaptadas a la pantalla. De estas, la más popular fue Ginga Tetsudo suriinain (Galaxy Express 999), cuyos remontajes para el cine firmados por Rintaro comenzaron a estrenarse en 1979. El motor de las historias (nunca mejor dicho) arrancaba de una máquina de tren a vapor que, en el futuro, emprendía un viaje a través de diversos planetas, siguiendo la idea primigenia del poeta y autor de cuentos infantiles japonés Kenji Miyazawa (1896-1933) en su “Ginga Tetsudo no yoru” (Tren nocturno de la vía láctea). La poética imagen de la locomotora surcando el silente espacio era el lazo de unión entre las historias.
En 1979 se emitió la serie de robots gigantes Kido senshi Gandamu (Gundam, el guerrero mecánico) de Yoshiyuki Tomino (1941), pero no consiguió gran audiencia. No obstante, sí que lo hizo en su segunda emisión, llegando también a montarse ediciones especiales para su estreno en salas de cines (7 películas entre el año 1981 y el 2002); por lo que respecta a las series de televisión según Gundam, se emitieron hasta seis distintas. Los fans de Gundam no se sintieron atraídos sólamente por las peleas entre vistosos robots gigantes, sino también por las preocupaciones psicológicas que abrumaban a los jóvenes que pilotan estos “brutos mecánicos”, lo cual le confirió un aspecto novedoso a las series. Huelga decir que también se vendieron de maravilla todo tipo de juguetes y reproducciones de robots inspirados en Gundam.
Mientras, Takahata y Miyazaki, tras abandonar Toei Doga se hallaban trabajando para series de televisión, pero éste último sentía grandes deseos de volver al cine de dibujos para la pantalla grande. Hayao Miyazaki conseguirá firmar como director su primera película gracias al encargo recibido de adaptar para el cine el popular personaje televisivo de Lupin III, en Rupan sansei, Kariosutoro no shiro (Lupin III y el castillo de Cagliostro, 1979). Gracias al ritmo rápido que le insufló Miyazaki y a unos “gags” basados sobre todo en la acción, resultó una obra maestra, de la que también fue muy comentado el romance entre Lupin y la joven Claris.
Miyazaki publicaba desde 1982 en la revista especializada “Animage” el “manga” “Kaze no tani no Nausika” (Nausicaa del valle del viento), que gozaba de gran prestigio. Gracias a ello, surge el proyecto de que Miyazaki realice una versión para el cine, que Isao Takahata se responsabilizará de producir. Por su parte Miyazaki, además de dirigir, se encargó también del argumento, guión y “story board”. Nace así el film homónimo Kaze no tani no Nausika (Nausicaa del valle del viento, 1984), donde Miyazaki despliega toda su energía para retratar una Tierra devastada por la guerra, donde la humanidad está en peligro de extinguirse.
La jovenmesías que está dispuesta a salvarnos será una especie de Juana de Arco llamada Nausicaa, que cual pájaro salvaje se desplaza por los cielos en una especie de “paraglider”.
Y a pesar de tratar un tema tan poco comercial como el de las relaciones entre los seres humanos y la Naturaleza, el público mostró una respuesta entusiasta. La maestría de la animación de Miyazaki consigue que, al igual que los héroes y heroínas que se mecen por los cielos, el espectador se sumerja en una sensación de placentera irrealidad.
Gracias al éxito de esta película, Takahata y Miyazaki convencen al poderoso magnate del mundo editorial Y.Tokuma para que colabore en la formación de sus propios estudios de cine de animación, inaugurándose de esta forma en 1985 el “Studio Ghibli”. Dentro de estos, Miyazaki dirigirá títulos como Tenku no shiro, Rapyuta (Laputa, el castillo en el cielo, 1986), vagamente inspirada en “Los viajes de Gulliver” de J. Swift, Tonari no totoro (Mi vecino Totoro, 1988), con una extraña criatura de los bosques (Totoro) a la que sólo pueden ver los niños de corazón limpio, Majo no takyubin (El servicio de mensajería de la bruja, 1989), sobre las penalidades de la joven bruja Kiki para salir adelante en la vida, o Kurenai no buta (Porco Rosso, 1992), ambientada en Italia y con emocionantes duelos aéreos protagonizados por un cerdo piloto. Por su parte, Takahata dirige la muy emotiva Hotaru no haka (La tumba de las luciérnagas, 1988), basada en un argumento de Akiyuki Nosaka, con la que hizo llorar al público por la fuerza con que relata la tragedia de dos hermanitos a los que los bombardeos americanos durante la guerra han dejado huérfanos. Tras ésta, firmará la también interesante Heisei Tanuki Gassen ponpoko (La guerra de los tanuki (12) en los tiempos modernos, 1994), donde los tanuki protagonistas ven amenazada su morada por el desarrollo urbanístico y deciden pasar a la defensa empleando sus habilidades para transformar su apariencia. Todas estas producciones tuvieron gran éxito comercial y repercusión también en el extranjero, donde empezó a cobrar fama la denominación de “Ghibli brand” o “Miyazaki brand”. Pero todavía mayor será el fenómeno producido en 1997 con el estreno de Mononoke hime (La princesa Mononoke), de Hayao Miyazaki. Con esta historia ambientada en el Período Muromachi (13), se vuelve al tema de la Naturaleza amenazada por los seres humanos, contra los que luchará la princesa protagonista y las criaturas de los bosques con los que convive. Sobrepasando todas las expectativas, la recaudación rebasa los diez mil millones de yenes, superando incluso a la de la norteamericana E.T. El extraterrestre. Miyazaki, que había declarado a los medios de comunicación que esta sería su última película, se retractará poco tiempo después de dicha afirmación.
Efectivamente, Miyazaki voloverá a la dirección en el 2001 con Sen to Chihiro no kamikakushi (El viaje de Chihiro), historia de una chica que, para salvar a sus padres convertidos en cerdos, arriesga su vida internándose en una gigantesca casa de baños poblada por seres sobrenaturales.
Su surrealismo y sentido del absurdo le acerca un poco al mundo de “Alicia en el país de las maravillas”, pero ello no fue óbice para que volviera a renovarse el listón de la taquilla, el mayor de la historia, con unos ingresos de treinta mil millones de yenes, por encima de los veintiseis mil de Titanic. Por si fuera poco, en la edición de febrero de 2002 en Berlín consigue el Oso de Oro y en marzo de 2003 el Oscar a la mejor película de animación, hechos ampliamente recogidos por la prensa japonesa. De momento, la próxima película de Miyazaki, Hauru no ugoku shiro (El castillo móvil de Howl, 2004), que se estrena este otoño, ya ha recibido la admiración de los que la han visto en pases previos. En cambio Takahata, después del fracaso comercial de Tonari no Yamada-san (Mis vecinos, los Yamada, 1999), según el “manga” de Hisaichi Ishi, se mantiene apartado del “ánime”, para desgracia del género.
Sin llegar a los extremos de Miyazaki, en Japón también es muy apreciado el “ánime” de Mamoru Oshii (1951). Tras trabajar un tiempo para la televisión, Oshii llama pronto la atención por su película para el cine Urusei yatsura 2. Byutifuru dorimaa (Los tipos del planeta Urusei, parte 2. Hermoso soñador, 1984), así como por la muy posterior Kido
Keisatsu Patoreiba 2 (El policía mecánico Patlabor, parte 2,1993). Sin embargo, el nombre de Oshii llegará a las audiencias occidentales gracias a Ghost in the shell. Kokaku kidotai (Ghost in the shell. Fuerzas reforzadas de anti-disturbios, 1995), de gran éxito en EE.UU tanto en cine como en su distribución videográfica. Y si bien se ha dicho que esta película está muy influenciada por Blade runner (1982) de Ridley Scott, no es menos cierto que, a su vez, influenció poderosamente a la archi-famosa Matrix. Recientemente, en la edición de Cannes de abril de 2004 se ha presentado la nueva película de Oshii, Innocence (2004), que viene a ser una continuación de Ghost in the Shell. No ha conseguido llevarse ningún premio, pero quizás sí ha contribuido a que el nombre de Oshii sea tan conocido en el extranjero como en Japón.
Tampoco hay que olvidar la contribución al cine de dibujos japonés del dibujante de “manga” Katsuhiro Otomo (1954), que alcanzó fama internacional gracias a su Akira (Akira, 1988), basado en una historia propia, tras el cual viene el film de “sketches” Memories (1995), codirigido con Koji Morimoto y Tensai Okamura, también de gran originalidad. Y en este año vuelve a llamar la atención de los medios especializados por su Steamboy (2004), ambientado en la revolución industrial del siglo XIX. De los nuevos realizadores, tampoco hay que olvidar a Satoshi Kon (1963), que debutó con el “thriller” de dibujos Perfect blue (1998) pero que siguió con obras interesantes como Sennen joyu (La actriz del milenio, 2002) y Tokyo godfathers (2003). Kon llevaba dibujando “manga” desde sus años universitarios,
pero no utilizó su habilidad para el cine hasta años recientes.
Por último mencionar el caso particular del gato Doraemon, ídolo de los niños japoneses desde hace décadas por sus entregas televisivas, que, a partir de 1980, se vió proyectado también en la pantalla grande a razón de una vez por año con ocasión de la llegada de la primavera. Por cierto que la prensa japonesa recogió en junio de 2004 el uso fraudulento en la hermética Corea del Norte de la imagen de Doraemon para un anuncio sobre la seguridad vial. Al mismo tiempo, la popularidad del fenómeno Pokemon en EE.UU. sigue sin decrecer.
Según se dice, los dibujos animados de Walt Disney comenzaron a partir de un ratón. La animación japonesa nació de los trabajos de los tres pioneros citados en 1917 y, desde entonces, ya cuenta con 87 años de Historia, siendo conocida en todo el mundo, con nombres que van desde el “Japanimation” hasta el de “ánime”. Por eso, es más necesario que nunca recordar el nombre de aquellos tres pioneros.

Traducción y notas de Daniel Aguilar.

NOTAS

1. También se dice que el film de Kouchi fue el primero en rodarse, pero se estrenó más tarde que los otros dos.
2. Otras fuentes la citan como de 1929.
3. Periodo que abarca desde 1603 hasta 1868, caracterizado por el gobierno de los “shogun” Tokugawa, que trasladaron la capital a Edo (la actual Tokyo). “Ukiyo-e” significa literalmente “cuadros del mundo flotante”, típicos de este periodo Edo. Por “mundo flotante” se entendía lo pasajero, es decir escenas de la vida corriente, con preferencia de carácter lúdico o erótico.
4. División de Shochiku dedicada al cine de animación (Doga). La famosa palabra “manga” se refiere sólo al dibujo en papel, es decir, al cómic.
5. A diferencia de las típicas marionetas occidentales del guiñol, los muñecos del “Bunraku” son de tamaño casi humano y a menudo necesitan varias personas para ser manipulados.
6. Había sido ayudante de dirección de Nobuo Nakagawa y Kyotaro Namiki en Shintoho.
7. En estos tiempos, en Toei parecía existir cierta intención de competir con la poderosa Toho repitiendo en dibujos animados lo que aquella hacía en imagen real. Toho había estrenado en 1956 otra versión de “La serpiente blanca”, Byakufujin no yoren (El extraño amor de la dama blanca, Shiro Toyoda) y en 1959 una superproducción que incluía la lucha del príncipe contra la serpiente de ocho cabezas, Nippon Tanjo (Tres tesoros, Hiroshi Inagaki). En cambio, Toei optará poco después por versiones de historias occidentales.
8. Pueblo primitivo del Japón, hoy casi extinto, que vive en su parte más septentrional.
9. Sin olvidar la también estrenada en España Shonen Jack to mahotsukai (Jack y la bruja, 1966, Taiji Yabushita), deliciosa historia con guión de dos expertos en el cine fantástico, Shinichi Sekizawa y Susumu Takahisa.
10. Toei exhibió también algunos capítulos en salas de cine, a partir de lo cual se volvió relativamente frecuente proyectar episodios televisivos o condensados de éstos.
11. En España el primero de dichos remontajes se estrenó con el título de La guerra de los planetas, dirigido por Yoshinobu Nishizaki y Toshio Masuda. “Yamato”, por cierto, era el nombre del buque más emblemático de la flota japonesa durante la Guerra del Pacífico.
12. Los tanuki son unos animales de la familia de los cánidos, originarios de Japón aunque también puedan verse en Siberia y Mongolia, y cuyo aspecto se asemeja al mapache occidental. En torno a estos animales han crecido leyendas centenarias que les han dotado de un aura mítico-mágico.
13. El Período Muromachi abarca de mediados del siglo XIV a mediados del XVI.


BIBLIOGRAFÍA

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